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La caída de la demanda de turismos diésel está directamente relacionada con las dudas que, entre todos, hemos conseguido instalar en la mente del consumidor. Un consumidor que cada vez parece tener menos claro por qué tecnología de propulsión decantarse a la hora de adquirir un vehículo -cuando lo hace- para garantizar su movilidad. Diésel, gasolina, híbridos, eléctrico, GNC, GLP… y multitud de mensajes contradictorios alrededor contribuyen, en muchas ocasiones, a generar más ruido que infomación.

Y pese a que nuestra Ley de Cambio Climático y Transición Energética (LCCTE) permanece en stand by -y por lo tanto sus objetivos de descarbonización de la economía española a 2050-, lo cierto es que tanto España como la UE siguen abogando por la reducción de las emisiones, y el automóvil está en el punto de mira. En este contexto, la industria, y la industria española del automóvil, uno de los principales motores de la economía, sabe que forzosamente tiene que reinventarse… aunque nos recuerda que las prisas no son buenas. Que la descarbonización de la movilidad, desde una neutralidad tecnológica, y una cabal información del usuario, una vez más, son el camino. Un sendero muy distinto al de la «demonización» del diesel que hemos vivido recientemente y que además peca de poco realista.

En este contexto, tenìa lugar, el pasado 16 de julio, el III Foro EL ESPAÑOL: Futuro del Sector Automoción, celebrado en colaboración con Seat, Porsche y Bosch. Y la primera pregunta planteada a los ponentes era casi obligada: ¿Cómo va a hacer frente la industria de automoción a los objetivos de emisiones marcados? La no tan obvia, pero quizás más necesaria: ¿Cómo va a hacerlo si no hemos sido capaces de ayudar al usuario a entender cuál es el tipo de movilidad -y automóvil- que necesita?

«Se han lanzado mensajes en los que no se ha tenido en cuenta que el diésel que hoy está en la calle, el diesel Euro VI, no tiene nada que ver en cuanto a emisiones con un automóvil de hace 20 años», comentaba Cecilia Martín, representante de la patronal de fabricantes de componentes y equipos de automoción, Sernauto, en el encuentro. «No es lo que se está vendiendo en los mensajes que llegan al usuario».

Y  mientras tanto, la incertidumbre del usuario, que no tiene claro si invertir en un coche nuevo o no, se traduce en un aumento, el pasado año, de las ventas de coches de más de 20 años. Flaco favor de cara a la reducción de emisiones, que bien podrían incentivarse -tal como se suscitó en el encuentro- abogando por planes de achatarramiento e incentivos fiscales vinculados a las emisiones ´reales´de los automóviles.

«¿Quién ha demonizado el diésel?»

Es lo que se preguntaba, en este sentido, Ricardo Olalla, Vice President Ventas Mobility Solutions Bosch para España y Portugal, en el Foro. «Se trata, sin duda, de un tema de desinformación. Muchos medios tiran de titular al afirmar que ´prohiben el diésel´, cuando no es así. Prohiben un tipo de automóvil diésel que no es medioambientalmente acorde para circular en un determinado entorno, pero es algo que no es extensible , ni mucho menos, a todos los motores diesel», recordaba.

«Debemos dejar que sea el automovilista quien haga un adecuado análisis del uso que vaya a hacer del automóvil y que elija en función de sus necesidades particulares».

Por eso, y para ayudar a no confundir aún más al automovilista, Olalla proponia:  «A la hora de informar hay que ser más sistemáticos y correctos. Hoy, prácticamente no hay diferencias  –en cuanto a emisiones– entre vehículos diésel y gasolina nuevos. Debemos dejar que sea el automovilista quien haga un adecuado análisis del uso que va a hacer del automóvil, y que elija en función de sus necesidades particulares«.

Desde la neutralidad tecnológica. Porque la electrificación, sin duda, es una tendencia… pero no la única. «Estamos huyendo del diésel, que es una tecnología muy eficiente que ha conseguido niveles de emisiones muy reducidos. No debemos descartar el diésel si queremos reducir emisiones del transporte», concluía.

Y mientras tanto, los clientes, particulares y corporativos, naufragando en un mar de mensajes contradictorios e incentidumbre que no benefician al sector.
¿Se lo estamos contando bien?

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